CANBERRA.- En este final del 2020 los australianos han estado en me culpa al divulgarse la información, confirmada mediante una ardua investigación, de que sus soldados que integraron el Grupo de Trabajo de Operaciones Especiales que operó en Afganistán entre 2005 y 2016, ejecutaron ilegalmente a 39 personas.
Fue el resultado de una investigación realizada por Paul Brereton, inspector general de las Fuerzas de Defensa australianas, en un reporte especial de 465 páginas presentado este jueves, donde concluye en que las fuerzas especiales de Australia fueron responsables de 39 homicidios, en su mayoría de prisioneros, y que ninguno de ellos tuvo lugar durante combates, lo que podrían constituirse un crimen de guerra.
Además, se descubrió que en varias ocasiones algunos superiores de rango exigieron a soldados jóvenes que dispararan a un prisionero para lograr "su primera muerte", una práctica de iniciación conocida como "sangrado", entre los cuales se identificaron 25 perpetradores y cómplices, varios todavía en servicio, publican medios locales de Australia, así como el portal ruso de noticias RT.
Indican que durante la investigación también se encontraron pruebas de que las tropas australianas llevaban armas, radios y granadas no registradas para colocarlas junto a los cadáveres de civiles para justificar que eran un "objetivo legítimo" de sus operaciones.
El informe, sin embargo, exonera a la jefatura del Ejército de la responsabilidad de los asesinatos, pero Brereton no encontró "pruebas" de que militares de alto rango tuvieran conocimiento de los homicidios ilegítimos, dado que los soldados ocultaron las ejecuciones para evitar el escrutinio.
Scott Morrison, el primer ministro australiano, llamó este miércoles a Ashraf Ghani, el presidente afgano, para expresar su "más profundo pesar" por el descubrimiento, en tanto que el jefe de las Fuerzas de Defensa de Australia, general Angus Campbell, ofreció este jueves una conferencia de prensa para pedir disculpas al pueblo afgano y enfatizó que los datos del documento dañan "nuestra autoridad moral como fuerza militar".
Campbell describió la conducta de las fuerzas especiales como "posiblemente el episodio más vergonzoso en la historia militar de Australia" e informó sobre la disolución del Segundo Regimiento de Mandos, señalando haber aceptado las 143 recomendaciones del reporte, entre ellas someter a los sospechosos a un interrogatorio por parte de la oficina del investigador especial a fin de considerar posibles casos penales.