Saied, explica la agencia de noticias Reuters, esta misma semana hizo a un lado gran parte de la Constitución de 2014, otorgándose el poder de gobernar por decreto dos meses después de que despidió al primer ministro, suspendió el parlamento y asumió la autoridad ejecutiva.
"El pueblo quiere la caída del golpe", corearon en el centro de Túnez a lo largo de la avenida Habib Bourguiba, punto focal de las manifestaciones que acabaron con el gobierno del ex presidente Zine El Abidine Ben Ali el 14 de enero de 2011.
Detalla que la crisis ha puesto en peligro los logros democráticos que los tunecinos ganaron en la revolución de 2011 que desencadenó las protestas de la "primavera árabe" y también ha ralentizado los esfuerzos para abordar una amenaza urgente para las finanzas públicas, lo que preocupa a los inversores.
Saied ha dicho que sus acciones, que sus oponentes han calificado de golpe, son necesarias para abordar una crisis de parálisis política, estancamiento económico y una mala respuesta a la pandemia de coronavirus. ha prometido defender los derechos y no convertirse en un dictador.
No obstante, no todos creen sus argumentos, como Nadia Ben Salem, quien dijo que viajó 500 kilómetros (311 millas) desde el sur para expresar su enojo en la protesta: "Protegeremos la democracia ... la constitución es una línea roja",
Saied todavía cuenta con un amplio apoyo entre los tunecinos, que están cansados de la corrupción y los malos servicios públicos y dicen que tiene las manos limpias.
No ha puesto ningún límite de tiempo a su toma del poder, pero dijo que nombraría un comité para ayudar a redactar enmiendas a la Constitución de 2014 y establecer "una verdadera democracia en la que el pueblo sea verdaderamente soberano".
El partido político más grande de Túnez, el islamista moderado Ennahda, ha calificado las acciones de Saied como "un flagrante golpe contra la legitimidad democrática" y ha pedido a la gente que se una y defienda la democracia en "una lucha pacífica incansable".
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