Un trabajo de investigación publicado por el portal Los Ángeles Times indica que el templo de dicho foco fue el "Nuestra Señora de los Dolores", que, aunque la publicación no lo indica, se trata de un templo católico, ya que las iglesias evangélicas y protestantes prefieren usar nombres bíblicos.
"La magnitud del sufrimiento de Nuestra Señora de los Dolores se hizo aparente luego de que esta iglesia de casi 150 años pasó a ser uno de los principales focos de contagios de la ciudad de Nueva York. Su pastor dice que al principio no se reportaron todos los contagios y las muertes porque la iglesia no tenía información confiable y mucha gente temía el estigma que rodeaba la enfermedad",expresa la crónica.
Agrega que de sus feligreses, muchos no tienen permiso de residencia ni acceso a seguros médicos, ademas de que viven en departamentos atestados, lo que los hizo más vulnerables al virus y que la crisis fue exacerbada por la pérdida de empleos y la creciente inseguridad alimenticia, saliendo de ella cuando fue insalado un centro de pruebas de COVID-19 afuera del templo y reanudando las confesiones en su interior cuando ya era seguro.
“La fe marcó la diferencia para nuestra gente, porque la iglesia es realmente el epicentro de la vida social y de la vida espiritual en este barrio”, expresó el pastor Manuel Rodríguez, de origen dominicano, citado en la crónica donde se destaca que el templo tiene actualmente mas de 17.000 feligreses.
Rodríguez dijo que cada una de las 12 misas dominicales podían atraer hasta 1.000 fieles antes de que la pandemia obligara a suspender los servicios con fieles presenciales, en marzo del 2020, cuando la ciudad dispuso un confinamiento y despues que muchos en la parroquia, incluido su antiguo pastor, monseñor Raymond Roden, se contagiaron con el brote.
“Esta pandemia nos ha marcado tanto que nada es igual”, expresó Juan Tapia, que se presume también es dominicano, quien no se reservó su temor de que otra vez se vuelvan a contagiar, quien dado que había un límite a la cantidad de gente que podía recibir en su interior, alquiló una gran carpa que instaló en el estacionamiento para llevar a cabo misas y confesiones.
“Las confesiones te dan la oportunidad de hablar cara a cara con la gente y eso ayuda a cicatrizar las heridas”, manifestó Rodríguez, quien recordo que la iglesia también recolectó comida y compró cámaras para mejorar la calidad de las transmisiones de las misas.
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