viernes, 10 de julio de 2020

Periodista denuncia vida tortuosa en Colombia y culpa militares



BOGOTÁ.- La periodista Manary Figueroa  denunció  que desde su niñez ha tenido una vida tortuosa ya que fue violada  por varios soldados cuando tenía 5 años de edad, por lo que desde entonces, no pasa una noche sin que  su cerebro reviva se y otros eventos posteriores al abuso sexual.

«Me sueño con nuevos escenarios, qué pasaría si me llaman a hablar con el ejército, qué si me llevan al batallón, qué si me encuentro con los violadores», dice la periodista, quien ahora tiene 30 años.

Figueroa ha sido diagnosticada con depresión aguda; sufre crisis de pánico, le da cistitis con frecuencia y le entran unos ataques de ansiedad «inexplicables», según le dijo al portal de noticias del Reino Unido, BBC Mundo.

«Usted acá (Colombia) puede matar al que quiera y no le pasa nada, si dice que (al que mató) era un guerrillero», sostuvo, citada por el portal de noticias británico.

La crónica explica que en la  entrevista  vía Skype, la santandereana atribuye sus problemas,  no solo a la violación en sí, sino, sobre todo, a la manera en que el Estado y la sociedad colombiana convirtieron el suceso en un tormento adicional para el resto de su vida.

«A mí el Estado no solo me violó, sino que me condenó por eso durante 25 años. Me dejó sin armas para defenderme. Me excluyó. No me dio herramientas para tener una vida digna, para luchar contra la depresión«, se lamenta.

Figueroa decidió dar a conocer su caso cuando una ola de denuncias sobre violaciones por militares generó conmoción entre los colombianos y puso a las Fuerzas Armadas contra las cuerdas, ya cuestionadas por escándalos de corrupción y abuso de poder.

En un comunicado a BBC Mundo el ejército manifestó lamentar «los hechos que hemos conocido, su relato es doloroso», pero no se refirió a las acusaciones concretas.

Al respecto, el comandante Eduardo Zapateiro informó que la institución investiga 118 casos de abuso sexual en los últimos cuatro años y dijo varias  medidas de capacitación y control para evitarlos y prometió llegar «hasta las últimas consecuencias» en la lucha contra una conducta ilegal que alega no es sistemática en el ejército.

El abuso sexual contra mujeres ha sido una de las armas que tanto los militares como las guerrillas y paramilitares han utilizado en el conflicto que protagonizan hace 60 años.

Según datos de la Fiscalía, solo entre 2008 y 2015, quizá los años más crueles de la guerra, se registraron 623 casos de abuso sexual, de los cuales 11 arrojaron una sentencia y 30% habrían sido cometido por paramilitares, 18% por guerrillas y 7% por militares, entre otros grupos.

Durante años se habló de los abusos cometidos por grupos ilegales, pero la violación de una niña indígena por siete soldados hace dos semanas abrió por primera vez la puerta para hablar de algo que antes parecía un tema intocable: que funcionarios del Estado, armados para defender al pueblo, también abusaron de niñas y mujeres.

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